Si el pintor fuera como el matador tendría que pintar con traje de luces. Si el pintor fuera como el matador yo estaría frente a su estudio gritando por los derechos de los lienzos. Pobres lienzos, puros e inocentes, listos para ser heridos y humillados con cada pincelada por un simple placer estético. Un día escuche a un barbaro decir que de no ser por la pintomaquia no existirían lienzos, que ese es su destino, que no sirven para más. Mentira, un lienzo puede vivir naturalmente como hamaca, como biombo o inclusive como costal, su sacrificio no es necesario. Algunos aficionados a la fiesta colorida gozan viendo como se prepara un lienzo, como se fija al bastidor con clavos y grapas, como su naturaleza es cambiada, como es transformado por el merito de la violencia en objeto. Pobre pintor si fuera como el matador porque su obra estaría precodificada en una suerte de armonía vacía evocadora de tiempos más bárbaros. Pobre matador que no puede ser como el pintor que transforma a su victima en algo bello y eterno.