Este es un texto que pueden encontrar publicado en el libro «La imagen y sus intercepciones» coordinado por las doctoras Lorena Noyola y Marta Caballero. Fue publicado por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos en 2016
“Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción”.
Antes de comenzar es necesario poner en común algunos conceptos que pueden ser útiles para la correcta apreciación de la estructura ocular del cyborg primigenio. En primer lugar, es necesario hacer la pregunta por la naturaleza del cyborg como ente; en segundo lugar, es fundamental entender los aspectos escenciales de la estructura del cyborg, la que se presenta extraña a lo anatómico y reestructura lo orgánico en términos de hardware y software; y en tercer lugar, es vital para la raza humana cuestionar la naturaleza ocular del primer cyborg, el cyborg que servirá de modelo a todos los cyborg. Las respuestas a estas preguntas proveerán de un campo teórico, que nos permitirá iniciar una discusión sobre de la estructura ocular del cyborg primigenio, una que escape de las hojas de este libro e inclusive del mundo académico.
En Primer lugar: El cyborg como ente, elementos para un mapeado de la genealogía cyborg.
Para explicar la naturaleza de estos entes, lo más conveniente es hacer un recorrido histórico de todos los procesos que llevaron a su génesis y ubicar, en este momento de engendramiento, los elementos claves que determinarán esta criatura de realidad social y ficción.
Cyborgs no había en la prehistoria, tampoco en la Grecia antigua y definitivamente no habían cyborgs en la edad media. Sabemos que en la América prehispánica tampoco estaban presentes, y que solamente habitarán tierras latinoamericanas y otras periferias como criaturas extranjeras, como viajeros, turistas o extraños inmigrantes que ni siquiera se molestan en aprender la lengua nativa. Sin embargo, en todas las etapas históricas y en todas las periferias vamos a encontrar ecos que nos presentan las claves de su concepción. Si analizamos al cyborg como una cosa que existe en el tiempo y en el espacio, sabremos que tiene un punto de origen y que en ese punto de origen convergen una serie de elementos que desatan su engendramiento. Si la criatura en cuestión es un híbrido entre máquina y organismo, sólo tendremos que seguir la historia de lo orgánico y la historia de lo maquínico hasta encontrar el punto de unión. Se usará la palabra unión porque estas dos lineas históricas no se intersecan, se híbridan. Debido a esta situación, una vez nace el cyborg, no vuelven a existir organismos o máquinas en su estado puro.
Es recomendable, para realizar un adecuado y organizado análisis, revisar primero la historia de lo orgánico, que es más nuevo que lo maquínico y más fácil de abordar, para luego seguir con lo maquínico, que por mucho tiempo definió la historia de la humanidad.
Lo orgánico nace para acabar con lo divino. Aunque previamente se había descrito a lo orgánico en forma de teoría, no es sino hasta su implementación en la Constitución Francesa, del 3 de septiembre de 1791, en la que lo orgánico germina y engendra su primer hijo, el estado liberal. Un estado que es por encima de todo un organismo.
La Asamblea Nacional, queriendo establecer la Constitución francesa sobre los principios que ella ha reconocido y declarado, abole irrevocablemente las instituciones que hieren la libertad y la igualdad de los derechos… …Ya no hay, para ninguna parte de la Nación, ni para ningún individuo, privilegio o excepción alguna al derecho común de todos los franceses… …La ley ya no reconocerá ni votos religiosos, ni ningún otro compromiso que sea contrario a los derechos naturales o a la Constitución.
El reino es uno e indivisible: sus territorios se distribuyen en ochenta y tres departamentos, cada departamento en distritos y cada distrito en cantones.
Los tribunales no pueden inmiscuirse en el ejercicio del Poder legislativo, ni suspender la ejecución de las leyes, ni encargarse de funciones administrativas, ni citar ante ellos a los administradores por razón de sus funciones.
Como el estado constitucional es orgánico, el hombre moderno supondrá que es natural y bueno, pues todo lo orgánico es natural y bueno. Tan natural y bueno es lo orgánico, que en los siguientes 200 años todo lo importante será transformado en orgánico. Los animales serán declarados seres orgánicos cuyas estructuras mejoran a un ritmo constante en el tiempo, seres que funcionan como pequeñas fabricas ambulantes con propósitos evolutivos y de supervivencia particulares a cada tipo de organismos. Los seres vivos orgánicos están compuestos por sistemas interconectados entre si, cada uno tiene una función individual y puede ser analizada por separado, cada uno tiene sus propios procesos, sus propios ritmos, sus propias estructuras e inclusive sus propio tipo de células. Para el hombre moderno un ser vivo es una colección de burocracias, encapsuladas en una forma independiente, en un sistema de sistemas, que es natural y bueno.
El cosmos fue reemplazado por un conjunto de sistemas, que a través de fuerzas invisibles para el ojo, pero verificables para la matemática, sostiene un eterno equilibrio orgánico; el mundo fue reemplazado por el planeta Tierra, que es un conjunto de capas y fuerzas que interactuan entre ellas, desde la endósfera hasta la atmósfera fluyendo y existiendo en una sola mecanósfera; los pueblos fueron reemplazados por sociedades, las castas por clases sociales, la materia por átomos y hasta finalmente nosotros mismos acabamos, definidos por la estructura orgánica del mundo moderno.
Pasó mucho tiempo antes que algún pensador pudiese contemplar la posibilidad de pensar el ser humano como un organismo, principalmente porque no existía una teoría orgánica de la psique. Hasta finales del siglo XIX nadie había podido orquestar una teoría universal de lo humano, una estructura de fuerzas y capas que vinculara lo orgánico con lo que nos hace ser nosotros, la fuerza vital que escapa a la carne y que nos define humanos. Dirá Freud sobre los síntomas, hasta el momento inexplicables por otras teorías, de los pacientes psiquiátricos que “…esas perturbaciones del alma sólo son susceptibles de influencia terapéutica cuando se las puede individualizar como efectos colaterales de una afección orgánica…” Lo divino, es reducido a un órgano mas del organismo, sujeto a las estructuras y reglas que determinan la interacción entre los demás órganos. En este esquema moderno las “perturbaciones del alma” son reemplazadas a sintomatología s de trastornos psicológicos. Y la enfermedad es un simple desordene disruptor de la correcta burocracia automatizada de un órgano del organismo.
Para el hombre de la cima de la modernidad los organismos que funcionan mal mueren, pues así funciona la selección natural. En ese tiempo se pensaba que la naturaleza era un campo de batalla, donde la especie más fuerte, el león, reinaba y las más pequeñas, como las hormigas, que estaban en escalones más bajos de la evolución. Sin embargo, pronto el zoólogo descubrió que la manada de leones no es tan interesante como el hormiguero, que la pequeña hormiga es parte de otra cosa que escapa a la comprensión humana. Cuando se cuentan por millones las hormigas, en ellas emerge algo que no aun hoy no podemos entender completamente, una inteligencia que el hombre moderno no podía ni siquiera percibir. A través de un simple trazo hormonal las hormigas estructuran un ente complejo que cuestiona las ideas reinantes sobre la individualidad liberal. Una hormiga puede morir sin que esto afecte la continuidad de la colonia, todas son reemplazables como los engranajes y relés de una máquina. Los organismos no son como las colonias de hormigas o las máquinas industriales a las cuales se les pueden cambiar partes, los organismos no son como las deidades de la antigüedad que pueden tener errores y continuar siendo deidades. Una única verdad es clara al hombre moderno, que todo organismo que funcione incorrectamente es malo y antinatural, y en consonancia con este dogma, todo lo que no es reconocido como organismo es malo y antinatural.
La locura, por ejemplo, es perder las estructuras, es dejar de ser un organismo. Enloquecer es peor que la muerte, es el infierno. Lo extranjero, a ojos del hombre moderno, es antiorgánico pues no se acopla a las estructuras del organismo primigenio (Francia). La fetichización del “salvaje oeste” se puede entender por la fascinación que el proceso de organización de una tierra salvaje ofrece. Lo salvaje del oeste norteamericano es la forma en la que ha sido estructurado por los pueblos que lo habitan, por otras criaturas extrañas y por la falta de fronteras. La más grande aventura del colono americano fue transformar toda esa vasta tierra de forma que funcione acorde a la estructura presentada en la constitución del 1787, es transformar lo oriente del oeste americano en occidente. Lo salvaje, lo negro, lo indio, lo turco, lo femenino, lo gay, lo sagrado y en general, lo otro, debe ser reconstruido de acuerdo a la estructura orgánica primigenia (Francia), para que sean naturales y buenos. Debe ser así pues de eso trata la modernidad, de hacer orgánico lo inorgánico.
Es necesario siempre recordar que la máquina es antiorgánica. A pesar de esta condición no es lo otro por excelencia del hombre moderno, y es por eso que podíamos hablar de la alienación del proletariado, quien si era el otro por excelencia del hombre moderno. La máquina es un otro paralelo al organismo, un otro que a primera vista parece ser fácil de controlar, que en primer momento se presenta como servil al hombre moderno, como un amigo; sin embargo será la máquina la responsable de acabar con el hombre moderno, la responsable de su desaparición. La máquina es natural, sólo que tiene su naturaleza propia, esta existe en un reino alejado de las criaturas vivas. Es la naturaleza propia de lo técnico lo único que se enfrenta a lo orgánico. Si hasta lo humano es catalogado como orgánico (con su implicación de ser bueno y natural), el organismo primigenio es la clave de todas las anatomías modernas. El final de las anatomías será lo que llamamos posmodernismo, la época donde los organismos se desvanecen y las tradicionales anatomías dibujadas a mano son reemplazadas por cartografías fotográficas de cuerpos aumentados.
Mientras el organismo busca alejar lo humano de lo divino, la máquina desde su prógrama básico buscará ubicar al hombre moderno en el centro de los dioses. La historia de la génesis de la máquina es una historia de acercamientos. Es una historia muy larga, y a diferencia de la historia de la teoría de la evolución, escrita por el hombre moderno, no se produce en linea recta, no mantiene un ritmo constante y no siempre es buena (por eso es que necesita al organismo, para hacerse buena).
En un reconocido articulo, originalmente publicado en 2009 en el American Journal of Primatology, titulado: Las características y patrones de uso de hachas de piedra y martillos usados por los macacos cangrejeros en la región del Mar de Andaman de Tailandia, está descrito con particular detenimiento el proceso en el que estos primates utilizan primitivos martillos de piedra para acceder a (develar) lo que se encuentra al interior de los crustáceos y las nueces. Suponemos que el uso de herramientas da una ventaja evolutiva a las especies que las usan, inclusive existen teorías que vinculan el exterminio del Homo neanderthalensis con una primitiva carrera armamentista entre esta especie y el Homo sapiens. Sabemos que existen especies de cuervos, gorilas, perros y osos que han sido descubiertos usando herramientas para acceder al mundo o por lo menos para acercarlo un poco.
Teniendo en cuenta estos antecedentes podemos suponer que la historia de la tecnología precede a la historia humana, sin embargo la tecnología usada por animales y antiguos homínidos no es maquínica, es instrumental. El hacha, el martillo, la aguja, el arado y hasta el cepo son instrumentos no máquinas. El filósofo Vilém Flusser reconocerá las cosas manufacturadas como objetos culturales, osea objetos portadores de información impresa por el hombre. Son objetos de uso, pero informados e informadores, son objetos creados por la cultura y creadores de cultura. Estos objetos culturales pueden ser clasificados y el autor procede a hacerlo así: “… hay dos tipos de objetos culturales, los que son buenos para ser consumidos (bienes de consumo) y los que son buenos para producir bienes de consumo.” los segundos son los instrumentos que usamos para develar la naturaleza previamente impresa en los primeros, aunque los dos forman la cultura y nos forman a nosotros.
Podemos decir que la historia del homo sapiens es una historia de bienes de consumo y de instrumentos. Si creemos a los científicos evolutivos, podemos afirmar que el instrumento es previo al bien de consumo, es previo a la economía, es previo a la humanidad, y para algunos será condición de esta. Para Flusser, el instrumento será un objeto cultural que es bueno para producir bienes de consumo, porque simula una parte del cuerpo que sirve al trabajo, entonces no podrán haber instrumentos sin una economía. Inclusive podemos afirmar que, visto desde el cristal del materialismo histórico, lo que usan los macacos cangrejeros no podrá ser llamado instrumento, porque no hay una economía. Sin embargo hay instrumentalidad en su comportamiento y la esencia de estos comportamientos homínidos se entregará como herencia a otras especies. Sin embargo, será gracias a los instrumentos que habrá economía, y gracias a la economía que habrá sociedad e historias que contar.
La diferencia entre el instrumento y la máquina está en la metodología de su reproducción. El instrumento es patrimonio inmaterial y la máquina es texto científico aplicado. Para Flusser la máquina es simplemente un instrumento en el cual la simulación (del órgano humano) paso por el filtro de la teoría. Al mencionar la teoría el autor se refiere por igual a los resultados del método científico que definen la forma física de la máquina, a los textos de la ley que definen la forma social de la máquina, a los textos financieros que proveen el capital, y a los textos ideológicos que justifican y organizan la sociedad al rededor de la maquina industrial.
En esta teoría, la del hombre moderno, la máquina tiene un dueño. La máquina es ese invento moderno que articula el texto, el poder y la mano de obra en un solo edificio, la fábrica. La máquina esta compuesta de partes independientes que se articulan en función de un objetivo particular, a estas partes las llamaremos piezas y se diferencian de los órganos en que no tienen una naturaleza burocrática. En la naturaleza de lo maquínico el interior de las piezas no es relevante, solamente su forma exterior, la que le permite a la pieza articularse con las otras piezas. Esto es lo que permite que si una pieza se rompe pueda ser reemplazada por otra. En este esquema el obrero proletario es una pieza, no un órgano, como lo describiría Engels en 1845:
“Lo cierto es que no eran hombres sino simples máquinas, trabajando para algunos aristócratas que hasta entonces habían dirigido la historia; la revolución industrial no ha hecho otra cosa que sacar la consecuencia de esta situación reduciendo enteramente a los obreros al papel de simples máquinas y arrebatándoles los últimos vestigios de actividad independiente…”
Cuando un obrero se descompone (o se rompe) puede ser rápidamente intercambiado por otro, de igual manera que un engranaje, una polea o una palanca.
La máquina le hace una promesa de liberación a los primeros hombres modernos, una promesa que nunca cumpliría: “Las máquinas serán los esclavos del futuro y toda la humanidad se convertirá en sujeto de la historia en el sentido de ser libre del trabajo alienador. Las máquinas serán propiedad de toda la humanidad y cada hombre será igual a todos los demás” Esta máquina incumplió su promesa al aliarse primero con sus padres burgueses y posteriormente con el organismo, esta segunda alianza es digna de analizarse pues le ha dado forma al mundo contemporáneo.
Podemos citar entonces, con claridad, los elementos genealógicos del cyborg: El hombre moderno crea el organismo para deshacerse de lo divino; lo orgánico es un código y una estructura que buscan transformar todo lo que encuentran a su propia estructura, esto quiere decir, volverlo orgánico pues todo lo orgánico es bueno y natural. Por otro lado los pre-humanos tenían sus pre-instrumentos en una especie de simbiosis macaco-piedra, que eventualmente los llevó a convertirse en humanos; los humanos usan instrumentos para develar el mundo e informarlo. Estos homínidos crean una sociedad instrumental donde estos instrumentos están codificados culturalmente y se transmiten de generación en generación como patrimonio inmaterial; eventualmente, después de miles de años uno de los instrumentos, al que han dado el nombre de escritura, se convierte en el código de los instrumentos; el nuevo instrumento, llamado a si mismo máquina, reorganiza la sociedad esclavizando a una gran parte de la población e ignorando al resto, pues ese es el programa de la máquina.
Lo más interesante de lo orgánico es que tiene un código que lo estructura, este código funciona como un programa que le dice al organismo que hacer en aras de la reproducción del organismo y la supervivencia de la especie. La máquina no tiene un código estructurante aunque si tiene un programa. La finalidad de este programa es hacer todo más rápido a más bajo costo y si es posible de mejor calidad. Así la máquina comienza a devorar al mundo, en palabras de Heidegger: “El desocultar imperante en la técnica moderna es un provocar que pone a la naturaleza en la exigencia de liberar energías, que en cuanto tales puedan ser explotadas y acumuladas.” Si la naturaleza es simplemente una reserva de energía, si el mundo está dispuesto para la máquina, esta continuará funcionando hasta consumir absolutamente los recursos. En su funcionamiento suicida la máquina se hace deseable y eventualmente algunas criaturas orgánicas van a poner sus ojos en lo mecánico y van a luchar para convertirlo a su código y estructura. Desde el deseo lo orgánico busca el poder de lo maquínico, su fuerza, su inmortalidad y porque no decirlo, su dinero. Sin embargo no se esperaba que el fallido intento de fagocitar la máquina iba a provocar el engendramiento de una nueva criatura, el Cybogr.
En 1926 ve la luz por primera vez el cyborg, el primer cyborg, el cyborg primigenio. Nace sin aspavientos mayores, sin que el mundo se entere de su existencia y pasarán muchos años antes que conquiste completamente la superficie del planeta tierra. Este nuevo ente reúne algunas de las características de sus padres, lo que lo convierte en un ser de particular existencia en la historia. El cyborg está compuesto de piezas y órganos, obedece a un plan de hacer todo mejor y más rápido en tanto le sea conveniente para fomentar su reproducción y su supervivencia como especie; su código busca hacerse omnipresente y reemplazar a la máquina y el organismo del hombre moderno. A diferencia de la máquina, el cyborg no tiene dueño y no ejerce poder sobre una clase social en particular; por el contrario se presenta como democrático a la hora de aprovechar la mano de obra de todos los seres humanos por igual y alienarlos. El cyborg es software y hardware, código y materia, construcción social y sistema matemático a la vez, es un pastiche antropomorfo. Si el instrumento define la pre-modernidad y la máquina estructura la modernidad, el cyborg será el código fuente de la posmodernidad.
En segundo lugar: La estructura del cyborg es el código universal
En 1715 Gottfried Leibniz habría comenzado el proceso de encerrar en si mismos al organismo y la maquina en su tratado sobre la mónada, Monadología. La estructura monádica implica entes cerrados y aislados que son una “multitud en la unidad”. Esta autonomía del conjunto monádico, base esencial de la idea del estado moderno, de los animales como organismos, y hasta de la misma fábrica moderna, se presenta con claridad en la frase: “ni una substancia, ni un accidente puede entrar desde fuera en una Mónada”. La mónada es un ente que autoevoluciona gradualmente, pues está aislado de causas y accidentes externos. En su independencia y por su independencia, percibimos las mónadas solamente en los estados de su evolución continua y no en una forma final y definitiva. Por ser de origen divino las mónadas son naturales y buenas, a menos que sean imperfectas; las mónadas perfectas, las que están más cerca de imitar la estructura divina (espejos del universo), actúan y las imperfectas, padecen. Las monadas buenas actúan sobre las malas sobreponiendo la estructura del universo a las estructuras defectuosas.
En la descripción que el tratado de Leibniz hace de la estructura monádica, la podemos percibir en la estructura que el hombre moderno le dará al organismo, a la nación y a la fábrica. La necesidad del proyecto moderno de liberar lo sagrado del caos, de organizar lo divino, hace eco en todos los objetos culturales de su tiempo. El proyecto estético de la modernidad será convertir todo en mónadas, en reflejos del modelo de lo divino atribuido a la naturaleza.
Sin embargo, ni el Anas platyrhynchos, ni la URSS, ni la Ford Motor Company son mónadas, o por lo menos no son mónadas perfectas, sólo son reflejos parciales del universo. Sin embargo, será la labor cotidiana del hombre moderno mostrarlas como mónadas perfectas, esto es lo que llamamos ideología. El hombre moderno creerá que la esquematización orgánica del animal y de la fábrica, como espejo del universo, es buena y natural; la organización del estado moderno, la democracia, el capitalismo y el comunismo serán representaciones estéticas de esta misma estructura. La forma ideal es un problema estético y político. Todas las prácticas del hombre moderno replican la estructura monádica, pues este mismo es una mónada que replica mónadas. En la tierra las naciones imitan la mónada estética y se enmarcan con fronteras, los pueblos se convierten en mónadas definidas por lineas y códigos. En el arte, la obra se hace monádica y se encierra con un marco de madera, el arte se encierra en el museo y evoluciona en su interior, el museo (otra mónada) habita la ciudad moderna (otra mónada) que habita la nación (otra mónada). El mundo moderno será una mónada compuesta de pequeñas mónadas independientes y estas mónadas de pequeñas mónadas, y más mónadas y así ad infinitum.
La estructura del cyborg no es monádica, es diabólica. Si la mónada es todo lo bueno y natural, la antimónada es todo lo malo, lo antinatural, lo inorgánico, es el caos, lo desorganizado, lo degenerado. El sagrado cuerpo humano (espejo del universo, perfecto en su forma natural) es profanado por la máquina, que en su definición misma es anti-natural, pero buena porque acerca el mundo al hombre moderno.
La estructura de lo diabólico proviene originariamente de lo bueno y lo natural, pero es pervertida al alejarse de Dios. En la historia original aparece Lucifer como un ángel portador de luz y se convierte por su rebeldía, soberbia y contacto con los seres humanos en Satanás (el adversario); en la historia del cyborg vemos como el hombre moderno (bueno, natural y liberal) se corrompe al utilizar la máquina para tratar de develar el mundo y se convierte en el explotador burgués. Este modelo de sociedad altamente inestable, generará en la historia violentas convulsiones, que deberán ser reprimidas por los anticuerpos de la mónada estatal. La única opción para garantizar la continuidad en el poder es acabar con el proletariado sin acabar con el modelo de producción y ese es un proceso que garantiza un nuevo orden mundial antimonádico.
La estructura diabólica se desborda de lo orgánico y rompe las fronteras, como lo hace la globalización; reconoce la existencia de lo otro y lo estudia, de igual manera que lo hacen la sociología y el arte contemporáneo; vive en un estado de constante actualización y de reciclaje de toda tradición, como sucede con la moda y lo pop; convierte todo a su propio código genético, como lo hace Monsanto; es un fin en si misma, como las redes sociales; no acerca el mundo a las personas, por el contrario le crea un mundo nuevo en paralelo, como las fotografías; es una criatura de realidad social y de ficción, como el Governator.
El cyborg, como criatura diabólica, busca acabar con el hombre moderno, atacando el género, la clase social, el color de piel y sobretodo la estructura monádica imperante desde Platón; pero como ángel caído, el cyborg no puede simplemente eliminar a sus oponentes, tiene que tentarlos para que ellos mismos adopten su estructura diabólica. El cyborg es a la vez el fin del camino y la tentación de un nuevo futuro a través de la hibridación de lo maquínico con lo orgánico.
La estructura del cyborg es simple y a la vez compleja, simple porque se trata de una sola criatura y compleja porque es una criatura múltiple. Es, como primera medida una dualidad entre hardware y software, esto quiere decir que es una dualidad entre cosa material palpable y cosa escritural. Sin embargo, el hardware está dividido en otra dualidad, esta está compuesta por hardware biológico y hardware mecánico; y la dualidad del software está compuesta por el código fuente y el código divino. La estructura híbrida-múltiple-antimonádica del cyborg le permite estar presente en un solo individuo y a la vez estar presente en toda la humanidad, como el Diablo.
Temporalmente la estructura temporal del cyborg se asemeja a la explicación que se da de la imagen corporal del Diablo en El fin de la infancia de Arthur C. Clarke. En el libro la imagen que por milenios se le atribuye al mito de Diablo se descubre como de origen traumático y alienígena, asociada al fin de la especie y a la evolución, pero igualmente al placer, el conocimiento y a la tentación. Resumiendo un poco la historia, en un futuro una raza alienígena viene a la tierra con un plan secreto y toman control del planeta (de forma pacifica). Los misteriosos seres mantienen oculto sus cuerpos mientras ayudan a la raza humana a superar todos sus problemas (guerra, pobreza, maltrato animal, etc). Pasado un tiempo, el suficiente para llevar a la raza humana a una edad de oro, revelan su forma y descubrimos que son criaturas altas, rojas con alas, cola y cuernos. Esta forma no parece molestar a los humanos quienes se encuentran agradecidos por los beneficios que han traído. Aunque muchos sospechan que los alienígenas han venido antes a la tierra y atribuyen a eso la forma del diablo en las tradiciones populares, al final del libro se revela que el tiempo no se mueve en linea recta, que va necesariamente hacia adelante. La historia concluye en el momento en el que la raza humana debe culminar su infancia y trascender a un estado más elevado de conciencia (esta evolución es la misma idea que el autor presenta en 2001 odisea del espacio). El trauma del final de la infancia, de la ultima evolución , es tan fuerte para la raza humana que la imagen asociada a este evento es recordada hasta en el pasado. En el libro, el trauma radica en el hecho que solamente los más jóvenes evolucionan y abandonan la tierra, mientras sus padres se quedan, estériles, a morir, en compañía de las criaturas que parecen diablos, hay una separación, pero el afectado es la madre. En toda la obra de Clarke el demonio siempre será simplemente un eco de lo divino a través del tiempo.
El tiempo del cyborg es también de origen traumático y extranjero. Por eso encontramos su eco una y mil veces en la historia, en la resistencia del golem, en el papel de Ícaro y Dédalo y hasta en el cuerpo de los autómatas renacentistas y en los últimos tiempos los Borg, los cyberman y hasta en Steve Austin. El cyborg tiene un nacimiento traumático en 1826, pero el evento de su nacimiento se extiende en el tiempo hasta nuestros días y se proyecta al futuro como estructura. La existencia del cyborg, así como la del hombre moderno trasciende el tiempo como lo organizamos. Como una Tardis, el cyborg aparece desde los albores de la humanidad hasta la destrucción misma de la raza humana, cambiando constantemente las lineas temporales.
Tenemos, pues, un ente, que es uno pero es múltiple; un ente que es una mezcla de software y hardware; un híbrido cibernético donde el hardware es parte carne y parte máquina, y donde el software es parte código fuente (en inglés) y parte código genético (divino, porque es bueno y natural); un ser que habita el tiempo como si fuera un espacio; un ser malo, degenerado y antinatural.
En tercer lugar: La naturaleza ocular del primer cyborg.
La existencia del órgano cibernético se diferencia del órgano prótesis en su naturaleza sensible. La inerte prótesis carece del software necesario para la sinapsis del placer y del dolor. La diferencia entre una prótesis ortopédica y el eyeborg de Neil Harbisson radica justamente en la forma en la que el dispositivo inorgánico se conecta con el paciente orgánico en una relación de mutuo feedback que genera constantemente nuevos sentidos. En el cyborg la prótesis no se busca reemplazar las funciones perdidas o partes perdidas en un accidente, nada más lejano de la realidad, la pieza-órgano cibernético está para generar nuevas realidades simbólicas previamente imposibles.
El primer cyborg de la historia es el fotógrafo, que comenzó su existencia en 1826. No solamente es el primer cyborg de la historia, es el cyborg que da modelo a todos los cyborgs, es el cyborg que por casi 200 años nos ha estado enseñando a ser cyborgs. La fotografía ha cumplido la misión de acompañar a la humanidad en su transición al siguiente estado evolutivo, de educarla y adoctrinarla para la nueva sociedad en la que estamos entrando.
Por extraño que pueda parecer al lector desprevenido, el considerar al fotógrafo como un cyborg, puede ser corroborado al señalar las similitudes entre las materias y las estructuras de una criatura y la otra. Para efectos de este ejercicio, definiremos al fotógrafo como un nuevo tipo de ser, diferente de todos los demás por tener la habilidad de fijar radiación electromagnética en un soporte sensible (químico o electrónico) a través del uso de un aparato determinado.
Aunque lo comúnmente conocido como fotografía no es la única forma de fijar radiación electromagnética, podemos afirmar que todas las formas de fijar radiación electromagnética en un soporte sensible es fotografía, como los rayos X, las imágenes kirlian, el fotograbado y otras técnicas similares. Si definimos fotografía de esta manera, sin entrar en categorías especificas, podemos asumir que la fotografía es para todo fin práctico omnipresente en el mundo actual e indisoluble de lo que consideramos la realidad social el siglo XXI. Si bien es cierto que no todas las personas poseen una cámara, todas las personas son sujetos de la fotografía y todas las personas conocen el funcionamiento básico de esta. Aunque esto no ha sido siempre así, alguna vez la práctica fotográfica fue una cuestión de alquimia y paciencia. Solamente hasta la aparición de las primeras Brownie la práctica de la fotografía alcanzaría un grado de sencillez tal, que el acceso a esta se hace casi que universal.
Definir a la fotografía de esta forma nos permite, también, extraer el problema de la postproducción digital de nuestro espectro de problemas a analizar y nos permite concentrarnos en el acto de fotografiar, en el momento en que la cámara funciona como órgano cibernético, como ojo. A diferencia de otras aproximaciones más orgánicas a la imagen fotográfica, en las que una imagen puede dar cuenta de la genialidad o perturbación humana, pensar la cámara como órgano cibernético ubica el problema del sentido donde tiene que estar, en lo social. La cámara es un ojo.
Ojo, olvidando por un momento a los poetas, es el nombre genérico dado a todos los órganos capaces de transformar la energía lumínica en señales para su transmisión a otro órgano. Muchas criaturas tienen ojos y otras no, hay ojos muy complejos y ojos muy simples, ojos efectivos y ojos casi inoperantes, hay ojos especializados y ojos flexibles, ojos orgánicos y ojos cibernéticos. Aparte de la obvia similitud entre una cámara oscura y un ojo, por poseer la misma configuración física, podemos encontrar otra similitud que no cesa de asombrarnos. A primera vista podemos pensar que ni el ojo, ni la cámara nunca deciden por si mismos que mirar, que siempre requieren ser apuntados, que siempre requieren de una guía; sin embargo esta idea no logra superar un pequeño interrogatorio que al órgano hacen el científico y el artista. Es conocimiento de la ciencia que el ojo captura una inmensa cantidad de información, esta es llevada al cerebro por el nervio óptico, el cerebro la interpreta y se presenta, a si mismo, el resultado de la interpretación. Esta interpretación esta compuesta de muchos procesos entre los cuales los más destacados, son: la estereoscopía, la estabilización de imagen, la detección de movimiento, el reconocimiento de patrones, el balance de blancos, y por supuesto, el mágico proceso de inventarse cosas que no fueron registradas por la retina.
Todo fotógrafo conoce la frustración por la que el ojo humano pasa constantemente a causa de esta situación. El ejemplo más claro de esta situación es La muerte de un miliciano de Robert Capa, quizá una de las fotografías más famosas del siglo XX y que en los últimos años ha tomado relevancia de nuevo por los cuestionamientos que de ella, y de Capa, se han hecho. La imagen, tomada en blanco y negro, con una película granulosa de alta velocidad (para la época), presenta un suelo inclinado en el tercio inferior de la composición y en en la linea del tercio izquierdo hay un hombre al que claramente le ha impactado una bala. Esto ultimo lo suponemos por la pose, pues no hay sangre visible en la imagen, además suponemos que se trata de un miliciano, pues no está identificado y se encuentra vestido de civil. El resto de la composición presenta un cielo indeciso, que no se muestra ni borrascoso ni soleado, simplemente un cielo gigante que cubre casi toda la composición. Esta imagen fue tomada el 5 de septiembre de 1936, cerca al municipio de Espejo, en la provincia de Córdoba. El hombre lleva por nombre Federico Borrell García, de quien la historia nos cuenta que era un miliciano anarquista y que murió ese día. Esta fotografía fue publicada por primera vez en el número 447 de la revista francesa Vu, del 23 de septiembre de 1936. Era parte de las imágenes de un reportaje titulado Comment sont-ils tombés (Cómo caen ellos). De esas imágenes esta es la más conocida pues fue escogida por la revista LIFE para ser publicada el 12 de julio de 1937 en un reportaje titulado Death in Spain: the civil war has taken 500.000 lives in one year.
De esta forma esta imagen se convirtió en el símbolo de la guerra civil española en el mundo y Robert Capa en uno de los fotógrafos más afamados de su tiempo. A finales del siglo XX, por fuera de España y las escuelas de fotografía, nadie hablaba ya de esta imagen, su importancia se había perdido, al finalizar el Régimen de Franco, cada vez más, hasta convertirse en una ilustración más de los libros de historia. Sin embargo, en los últimos años, el afán investigador y la necesidad cyborg de reinterpretar las historias desde una mirada forense, han puesto en cuestión la veracidad de esta fotografía. Con los años se han descubierto evidencias, la mayoría fotográficas, de que todo se trató de un montaje, que la fotografía es producto de una escenificación y que coincidencialmente el miliciano murió ese día, pero horas más tarde. Hoy en día, la imagen es vista como un cuestionamiento al papel del fotógrafo como un actor social productor de discurso, como una campanada de alerta a la sociedad sobre el poder de este cyborg.
La cámara vista como un ojo cibernético necesita de la sociedad que interprete sus imágenes, e igual que el cerebro, va a inventarse una gran parte de lo que en ellas aparece. La naturaleza ocular del primer cyborg es por tanto una naturaleza social y es esta la que determina la estructura ocular del cyborg primigenio.
Para terminar: El análisis de la estructura ocular del cyborg primigenio.
El cyborg primigenio tiene millones de ojos y usa a la sociedad como procesador de las imágenes capturadas por estos y a los fotógrafos como conjuntos musculares que apuntan y disparan. Es un macro-organismo simbólico que cubre todo el planeta y lo transforma, lo prepara para los demás cyborgs, lo transforma.
Hay un proceso que corre paralelo a la concretización de la cámara como objeto técnico y es la universalización de su mirada. El hombre moderno, con sus cámaras oscuras, pretende acercar al mundo a través de la ciencia y va a obligar a la luz a trabajar para él, la va a domar en el lienzo. Este proceso produjo cada vez mejores cámaras y mejores pintores, y progresivamente, produjo la necesidad de fijar las imágenes de este invento. Este fue uno de los programas fallidos de la óptica en el siglo XVIII y no será hasta Niepce que la habilidad para fijar radiación electromagnética en un soporte sensible sería adquirida por el científico moderno.
En un principio, obtener una imagen fotográfica, se trataba de una tarea altamente compleja en la que estaba involucrada una gran cantidad de conocimiento sobre física y química. Estas primeras prótesis cibernéticas eran tan complejas de usar y de interpretar que solamente unos pocos científicos compendian su existencia y las borrosas imágenes eran simplemente interpretadas, por la sociedad de su tiempo, de la única forma que sus mentes podían entenderlas, como espejos del mundo.
El filosofo Gilbert Simondon, en su libro sobre el modo de existencia de los objetos técnicos, nos habla del proceso de concretización de estos. Igual que para Flusser, para este francés es fundamental entender los objetos como provenientes de una cultura y tratándose de objetos de la técnica moderna esta cultura esta fuertemente ligada a la escritura científica como forma cultural hegemónica. La idea de esta forma escritural moderna es facilitar el desarrollo progresivo de los proyectos modernos y frenar el desarrollo de los proyectos salvajes. El desarrollo continuo es por lo tanto, la quintaesencia de los objetos de la técnica moderna, en un proceso que existe como interacción de los objetos con la sociedad, y eventualmente, desemboca en la creación de conjuntos semi-autónomos de estos objetos y de estas relaciones. En esta relación los objetos técnicos tienden a evolucionar (sin entender la evolución como una pirámide o una linea recta) a medida que cambian a la sociedad y la sociedad los cambia a ellos. Las fuerzas y vectores que actúan en estos procesos solamente serán comparables con los propios de un ecosistema planetario. Existe la tendencia al mejoramiento, pero este mejoramiento no siempre significa un progreso (hacia adelante), significa una reducción progresiva de la labor del operario en favorecimiento de un aumento en la autonomía del sujeto técnico. Esto es la concretización de los objetos técnicos, como la cámara fotográfica.
Esto en general puede ser presentado haciendo un paralelo con la historia de la fotografía, en su primera infancia la fotografía será un complicado arte que involucra mucho conocimiento, sin embargo, este conocimiento es fácilmente traducible a textos, a manuales. Los manuales saldrán de Francia a todo el mundo y en poco tiempo nuevos procesos aparecerán. Por existir una demanda de lentes, las ópticas europeas, que por cientos de años habían sido negocios pequeños, pronto se vincularon a la nueva industria, en un ambiente de competencia. Es de suponer que aquel que tenga el mejor lente podrá tomar fotografías mas nítidas, una óptica de calidad se convierte entonces en un valor muy importante para la fotografía. Esto llevó a que por un tiempo la competencia se centró en obtener imágenes más nítidas y esto se tradujó en la búsqueda de procesos químicos más rápidos, con menos grano y ópticas mas “luminosas.”
En el transcurrir de la segunda mitad del siglo XIX aparecieron cientos de nuevos procesos, cada vez más nítidos que los anteriores, y entre más mejoraron, a más personas sedujeron las imágenes fotográficas y la demanda creció aun más, e igualmente creció la necesidad fabricar fotógrafos. Teniendo en cuenta que el fotógrafo es un tipo de cyborg, que resulta de juntar una cámara con un ser humano, y que tiene un software que parte es código genético y otra que es código fuente, podemos suponer que entre menos adelantado esté el proceso de concretización de la cámara mayor será el conocimiento del fotógrafo del código fuente. Con la aparición de la cámara Brownie nada volvería a ser como antes. “You press the button, we do the rest” rezaba el slogan de la campaña en que en 1900 lazó al mercado esta revolucionaria cámara. Era tan simple de operar que solamente habría que presionar un botón y no requería ningún conocimiento de física, química o arte. Búsquedas como la de los Lumiere, en la fotografía a color, al tratarse de procesos más complejos, serán descartadas y tratadas como técnicas alternativas, sin alcanzar nunca el éxito de las técnicas a blanco y negro contemporáneas.
En este momento de la historia, la cámara se divide en dos sujetos, por un lado está la cámara que busca ser más nítida a través de piezas de mejor calidad (incluido el componente humano) y por el otro está la cámara que buscan mayor nitidez por volumen de obturaciones (y mayor volumen de fotógrafos).
Posteriormente será el color lo que defina la evolución de la fotografía y todos los fabricantes se volcarán a conseguir un color más “real”, siendo este el que el publico más compre, en este caso el Kodacolor. Con el desarrollo de los sensores digitales la fotografía se revolucionó de nuevo y cambió otra vez el sentido de su camino evolutivo. Podemos afirmar que ahora las cámaras son más nítidas, primero por volumen de fotos, pues hoy en día hay cámaras en todos los dispositivos, y segundo porque a la vez se hace más nítida cada imagen independiente, por usar piezas más complejas y software más poderoso. Se hace tan omnipresente y concreta la cámara que la fotografía pasa a ser una de las formas por excelencia en la que los seres humanos nos comunicamos, una forma que ya nunca cuestionamos porque nos hemos fusionado con ella. Sin la fotografía la sociedad actual sería inviable.
En el transcurso de este proceso, cada vez crece la necesidad de fotógrafos informados y cada vez es menor la cantidad del programa que deben conocer, lo único importante es apuntar y disparar. Entonces ¿quién conoce la programación de este cyborg? Es decir ¿Quien está informado?
Si en el año 1826 todos los fotógrafos del mundo conocían absolutamente todo el software de la fotografía, el resto de la raza humana ni siquiera conocía la existencia de este novedoso invento. Cuando las imágenes comienzan aparecer gracias a pioneros de la cultura cyborg como Daguerre, parte del código comienza a pasar al dominio del espectador y otra parte a los fabricantes. Finalmente cuando las cámaras se hacen automáticas el fotógrafo deja de ser un científico, o un artista, o aunque sea un curioso, y pasa a ser parte del espectador. El científico, libreado de la carga de ser fotógrafo se vincula con la fabrica y condiciona el texto científico a las fuerzas de la economía. El código reside ahora entre la fábrica y el espectador.
La parte que informa a la fábrica está ordenada en primera medida por complejos proyectos financieros de orden global, pertenece a otro ecosistema que ocasionalmente hace contacto con el ecosistema fotográfico; en segunda medida, por la tendencia a concretizarse que tiene la cámara misma; y en tercera medida, por la retro-alimentación que la sociedad ofrece a la fabrica. Lo que informa a la sociedad es la cámara misma, la transforma poco a poco en cyborg.
Primero le enseñó a posar como lo hacían los nobles y transformó poco a poco todos los eventos sociales en oportunidades fotográficas, posteriormente le enseño a mirar y transformó la toma fotográfica en una forma de arte y una tras otra las instituciones y gremios incorporaron la fotografía a sus quehaceres diarios. Hoy en día, como lo expone Susan Sontag, la fotografía es “sobre todo un rito social, una protección contra la ansiedad y un instrumento de poder.”
La gran mayoría de personas que leen este texto tienen en sus bolsillos una cámara en este momento, ya sea unida a su teléfono o independiente; todas las personas a su alrededor han sido fotografiadas por lo menos una vez en el pasado mes, nuestra imagen está en todas partes y sólo quiere de nosotros que tomemos más fotografiás. Nuestras vidas están completamente documentadas y nuestra memoria tiende a confiar y depender de la existencia de estos documentos. Nuestras instituciones dependen de la fotografía para mantener el status quo, para operar con inteligencia el aparato represivo del estado, para ordenar nuestras cuentas, para adoctrinar a las nuevas generaciones y hasta para mostrarnos como se ve el Big Bang. Tenemos cámaras en nuestros coches, en nuestros bolsillos, en nuestras casas, en nuestros computadores, televisores, teléfonos e inclusive, desde hace poco, en nuestras gafas. A la fecha actual, solamente en Facebook hay 140.000 millones de fotografías, pero no podemos siquiera calcular el numero de fotografías que nunca se “suben” a Internet, que nunca se imprimen, que simplemente habitan las memorias y los discos duros de estos cyborgs.
La estructura ocular del cyborg primigenio está compuesta de hardware y de software, de ojos cibernéticos y cuerpos humanos, de código fuente y código genético; esta estructura está esparcida por absolutamente todo el mundo, desde el rincón más apartado del Amazonas los limites del sistema solar abordo del Pioner 10; es una estructura sujeta a una increíble cantidad de fuerzas de diferente intensidad y dirección que afectan constantemente sus códigos y producen nuevas mutaciones cibernéticas; es una estructura diabólica que lo único que busca es seducirnos a todos para convertirnos en fotógrafos.